DONES

¿Por qué son siete los dones de Espíritu Santo?

         El don de Dios es la donación que hace de sí mismo en su Espíritu. A lo largo de la historia de la Iglesia se fueron identificando los signos de un corazón que se deja fecundar por el Espíritu divino, y se resumieron en los siete dones que el profeta Isaías menciona como cualidades del Mesías:

         "Sobre él reposará el espíritu del Señor: 
          espíritu de sabiduría e inteligencia,
          espíritu de consejo y fortaleza,
          espíritu de ciencia y de temor del Señor.
          Él no juzgará según las apariencias
          ni decidirá por lo que oiga decir:
          juzgará con justicia a los débiles
          y decidirá con rectitud para los pobres. " (Is. 11, 2-4)



El número siete tiene 
un significado simbólico: 
plenitud, totalidad y perfección.

           Los siete dones, como los sacramentos, pretenden resumir toda la acción del Espíritu Santo en los cristianos.

           El sentido de los regalos de Dios no es la gratificación personal y subjetiva, sino el ser puestos al servicio de la comunidad. El don que no se comparte queda infecundo. Estos exigen una respuesta, como lo expresa el profeta Isaías. Por lo tanto, quien es movido por el Espíritu Santo debe obrar de esa manera.

Dones del Espíritu Santo

           Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica (CATIC N° 1830-1031):

"La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo."

Son siete:

Sabiduría:
                  Es un impulso divino, que proviene del Espíritu Santo, que ilumina nuestra inteligencia y voluntad para actuar de acuerdo a nuestra fe. Nos hace disfrutar y agradar la familiaridad con Dios, conocerlo. 
                      Ser sabio, según el Espíritu, es conocer y experimentar el amor y la bondad de Dios que practica la justicia y nos capacita para que seamos justos, lo que se aprende a través de una vivencia personal y comunitaria en oración.

Entendimiento:
                       Nos ayuda a descubrir las profundidades de Dios. "Nos concede ese don especial de inteligencia y casi de intuición de la verdad divina" (Juan Pablo II).
                            Mediante este don descubrimos cuál es la voluntad de Dios en las grandes y pequeñas situaciones cotidianas. 
                         
Consejo:
             Nos compromete a unos y a otros en la búsqueda constante del camino correcto que nos aproxima a Dios y a su voluntad.
                A través de este don podemos dialogar fraternalmente en nuestras familias y en la comunidad cristiana. Podemos ayudar a quien lo necesite, orientando y colaborando para encontrar mejores soluciones. Mediante el consejo y la palabra oportuna debemos animar a los desanimados alentándolos a no bajar los brazos y también podemos ver la vida con optimismo.

Fortaleza:
                Da fuerza a la persona en todos los momentos de dificultad para permanecer coherentes con lo que nos propone Jesús, ayudándonos a enfrentar con coraje los problemas que a veces parecen asfixiarnos y que nos cierran el camino.
                   No ayuda a vencer las tentaciones de dejar a Jesús por un camino más fácil. Nos permite mostrar dulzura y alegría en las obligaciones que nos toca desempeñar como padres, trabajadores, estudiantes, políticos, catequistas, animadores de la comunidad, etc.
                   
Ciencia:
             Este don nos lleva a juzgar con rectitud las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la medida que nos lleve a Él.
               Nos ayuda a discernir, distinguiendo lo que es bueno de lo que es mejor. Nos da a conocer el proyecto de Dios para cada día. Nos lanza a actuar de acuerdo a nuestros principios y valores cristianos.

Piedad:
            Nos ayuda a crecer y tratar a Dios con confianza como la de un hijo trata a su Padre.
              Nos hace descubrir el corazón de Dios amándonos profundamente. También nos invita a entregarle el nuestro y nos envía a los hermanos que más necesitan de nuestro consuelo. Es el don de la Misericordia.
            
Temor de Dios:
                       No se refiere al sentimiento de ser castigado o amonestado. Es un  impulso divino, proveniente del Espíritu Santo, que nos induce a huir de la ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de permanecer y crecer en el amor.
                          Nos hace reconocer con humildad que Dios es siempre más grande que todo lo que podamos imaginar y nos impulsa a respetarlo y quererlo como nuestro Padre.

Fuente:

  • La obra del Espíritu Santo
  • Celebremos la Pascua y Pentecostés
















































































































































































































































































































































































































































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