“Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma.”
Es
bueno repetir muchas veces estas palabras, lentamente, para que sean como gotas
de paz que calmen nuestras perturbaciones.
Porque
estas palabras nos ayudan a dejar de resistirnos al amor del Espíritu Santo, ya
que no hay nada que temer. En lugar de traernos dificultades y preocupaciones,
Él viene a consolarnos, viene a ayudarnos a enfrentar todo lo que nos da miedo,
viene a darnos calma en medio de las tormentas, viene a decirnos que siempre es
posible empezar de nuevo.
En
lugar de ser alguien que necesite hacernos daño, Él sólo puede desear nuestro
bien, porque es amor puro, amor sin mezcla de odios o rencores. Él simplemente
está lleno de bondad.
Y
en lugar de ser una fuerza que viene a perturbar nuestro interior, o que viene
a hacernos sentir la amargura de nuestra pequeñez, Él viene a reposar en
nosotros con una inmensa dulzura. Nos cuesta reconocerlo, porque nosotros le
prestamos mucha atención a los sentimientos negativos que dan vuelta en nuestro
interior, pero Él es el dulce huésped del alma. Si pudiéramos descubrirlo, sabríamos que no hay nada más dulce que su
presencia.
Fuente: Los cinco minutos del Espíritu Santo
Fuente: Los cinco minutos del Espíritu Santo
No hay comentarios:
Publicar un comentario