¡El mundo brilla de alegría!
Dios todopoderoso y eterno, que has querido que la celebración de la Pascua durase simbólicamente cincuenta días y acabase con el día de
Pentecostés, te pedimos que los pueblos divididos por el odio y el pecado se congreguen
por medio de tu Espíritu y que las diversas lenguas encuentren su unidad en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
¡Se renueva la faz de la tierra!
¡Gloria al Padre, y al Hijo y al
Espíritu Santo!
Lectura bíblica: Rom 8, 11
Si el Espíritu del
que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, el que resucitó de
entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también sus cuerpos mortales por el
mismo Espíritu, que habita en ustedes.
Palabra de Dios.
Invocaciones
Palabra de Dios.
Invocaciones
Celebremos la gloria
de Dios, quien, al llegar a su término los cincuenta días de Pascua, en
Pentecostés, llenó a los Apóstoles del Espíritu Santo y, con
ánimo gozoso y confiado, supliquémosle diciendo:
Envía tu Espíritu, Señor, y renueva el mundo.
Tú, que al comienzo de los tiempos creaste el cielo y la tierra, por tu Espíritu renueva la faz de la tierra y conduce a los hombres a la salvación.
Envía tu Espíritu, Señor, y renueva el mundo.
Tú, que al comienzo de los tiempos creaste el cielo y la tierra, por tu Espíritu renueva la faz de la tierra y conduce a los hombres a la salvación.
Envía tu Espíritu, Señor, y renueva el mundo.
Ilumina a todos los hombres con la luz
de tu Espíritu y disipa las tinieblas de nuestro mundo, para que el odio se
convierta en amor, el sufrimiento en gozo y la guerra en paz.
Envía tu Espíritu, Señor, y renueva el mundo.
Fecunda el mundo con tu Espíritu, agua
viva que mana de Cristo, para que la tierra entera se vea libre de todo mal.
Envía tu Espíritu, Señor, y renueva el mundo.
Padre nuestro
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros Tu Reino.
Hágase Tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén.
Oración final
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